jueves, 15 de agosto de 2013

¡El GRITO del MUDO!

Todo empezó en un día nublado, era la hora del almuerzo...

"... Ahí estaba Sofía, frente al monitor de su computadora, parecía que leía algo, pero si apreciabas bien, su mirada estaba perdida en la nada.  Sus ojos tristes, quería llorar, pero el orgullo se lo impedía, así que esperó un momento de soledad para echar rienda suelta a lo que había en su corazón, sentimientos de traición, el engaño, burla! Jamás se había sentido tan atacada y burlada como en ese momento.  No quería comer, no quería dormir, si pudiera desaparecer lo haría, pero como no podía ahí estaba ella escondida tras el monitor de su computadora.  De repente, un sonido llegó, unos pasos, se secó las lágrimas inmediatamente y sobó sus ojos y nariz para que no se notara que estuvo llorando.  Una sonrisa se acercó a su escritorio y unos ojos sinceros la miraron con dulzura.  Ella no quiso mirar, pero en silencio esa persona acercó un pequeño pan.  "Bajé rapidito para traerte este pan, porque me dije: mi amiga Sofi seguro está deprimida, por eso te traje este pan".  Sofía se quedó perpleja ¿cómo esa mujer sabía lo que ella pasaba? Fuera lo que fuese, había descubierto su corazón y no pudo más que mirar esos ojos sinceros y llorar diciendo "¡Gracias!"



Creo que muchas veces no nos damos cuenta que en esos pequeños detalles es donde Dios se muestra.  Son pequeños detalles los que marcan la diferencia en una persona, los que hacen un antes y un después.  Eso es lo que hizo Jesús en este mundo.  Él no vino a hacer grandes actuaciones para que un ciego pueda ver, para que una mujer pueda sentir el perdón por haberse prostituido, no abrió el mar rojo, no hizo descender fuego del cielo, no secó los mares ni lanzó rayos por sus manos para que podamos ver la gloria del Padre a través de Él.  

Jesús nos enseñó que en la humildad hay grandeza.  
Una grandeza que no se ve con los ojos, es grandeza que se ve con el corazón.  

¿Qué estás dispuesto a hacer tú, por el periodiquero de la esquina? ¿Se te ha ocurrido alguna vez darle una sonrisa a esa secretaria que siempre te devuelve los documentos porque están mal redactados? ¿En vez de darle una moneda al mendigo, se te ha ocurrido darle alimento tanto físico como espiritual? ¡AH! seguro que siempre lo piensas, pero solo has llegado a darle las sobras de lo que comiste en el almuerzo! 

Hoy te reto a hacer aquello pequeño, que otro no haría, que es muy fácil de hacer (como escupir en el polvo y formar barro) y ser instrumento para sanar el corazón ciego de esa persona que aún no conoce de Dios. Quizá otro lo pueda hacer, pero la diferencia está en que ese otro no lo hizo y ¡sí lo hiciste tú!

¿Quién sabe? ¡Quizá luego de eso, ya no veas a Sofía llorando detrás de un monitor, sino escribiendo un Blog para otros :)! ¡Quizá empieces a hacer que un mudo empiece a gritar!



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Esta canción me ayudó a continuar con esta entrada... Después de todo, TODO EMPEZÓ Y TERMINÓ EN ÉL, cada detalle, cada grandeza, cada monumento y cada simpleza. Deja que Él se mueva a través de ti para que otro pueda acercarse a Él, recuerda todo mudo está gritando por dentro para hablar de lo que hay en su corazón.



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